viernes, 13 de agosto de 2010

Me bajo en ...

I'll go wherever you will go
and maybe, I'll find out
the way to make it back someday
The Calling – Wherever You Will Go - Acoustic


"¿Cuándo se producirá el siguiente cambio? Y ¿dónde estaremos? Let's see!"

Así terminaba la última entrada de este blog allá por el mes de mayo. Una frase que reflejaba una situación que a todos nos es familiar: los cambios y las vueltas que da la vida.
Y, como si de una paradoja se tratase, mi situación cambió radicalmente. Una llamada de teléfono cambió absolutamente todos mis planes, mi futuro.
Tuve que dejar Londres. Y cuando digo Londres no me refiero sólo a la ciudad como tal si no a todas aquellas cosas que hacían de Londres lo que era.
Durante estos meses de ausencia he echado muchísimo de menos muchas cosas pero sé que tarde o temprano volveré a verlas o a reencontrarme con ellas. Por eso me gusta que todo pasase como pasó.
Sí. Mis planes cambiaron y mi vida también. Ahora, desde hace un tiempo, vivo rodeado de lo que me gusta y, lo que es más importante, he vuelto a encontrar gente que hace que el presente sea lo que en el pasado siempre quise que fuera mi futuro.
La televisión me volvió a abrir sus puertas y no pude decir que no. Llegó la oportunidad que había estado esperando durante mucho tiempo. Supe aprovecharla. Salió bien. Después de varios meses de mucho trabajo y esfuerzo, la recompensa llegó. Me han elegido. Sigo. Seguiré hasta que el destino vuelva a pedirme una cita y quiera, de nuevo, cambiarme absolutamente todos mis planes. De momento, me gusta lo que tengo.

A todos aquellos que hicieron de Londres y de este blog una experiencia inolvidable ... ¡¡GRACIAS!!

El futuro tiene muchos nombres.
Para los débiles es lo inalcanzable.
Para los temerosos, lo desconocido.
Para los valientes es la oportunidad.
- Victor Hugor (1802-1885) Novelista francés -

!! Hasta siempre !!

domingo, 30 de mayo de 2010

¿'i-pad'onde estaremos?

Hours slide and days go by
till you decide to come
but in-between it always seems too long
Sick Puppies – All The Same

Hace un par de días Europa le dio la bienvenida. Muchos hicieron colas interminables para conseguirlo. Otros, a pesar de la paciencia y las horas invertidas en esas colas, se quedaron sin él. Algunos, avispados, lo habían reservado con antelación. Otros, inocentes y poco precavidos, pensaron que con ir el día de su lanzamiento bastaría. Se quedaron sin él.
Para alegría de muchos y disgusto de otros, el iPad, el último y revolucionario dispositivo informático, ha cruzado el Atlántico para llegar a Europa.
La tienda de
Apple en Londres estaba hasta la bandera (inglesa) el pasado viernes. Hoy también. Aún seguía habiendo una cola interminable para adquirir el iPad.
Hoy decidí que era un buen día para conocer a la criatura que acababa de nacer, al menos para los europeos.
Cuando entré en la tienda de Apple que esta en Regent Street, sufrí una especie de flaskback.

Septiembre de 2007
Tienda de Apple
Quinta Avenida, Nueva York

El iPhone acaba de salir al mercado estadounidense y me apetece conocerlo en primera persona. En la tienda de cristal, al lado de Central Park, la gente hace colas infinitas para adquirir el producto estrella de la telefonía. Muchos han esperado este momento, que parecía no llegar. Algunos afortunados ya tienen su propio iPhone pero otros luchan por hacerse con él. Cojo el teléfono entre mis manos, navego por Internet, escucho música, hago llamadas, veo vídeos...

Ya había vivido este momento. De nuevo uno de los avances tecnológicos más importantes de nuestro tiempo me pillaba fuera de casa. Ocurrió en Nueva York y ahora ha ocurrido en Londres.
Esto me ha hecho reflexionar sobre las vueltas que da todo a nuestro alrededor. O quizá, mejor dicho, las vueltas que damos nosotros. Tiempo. Espacio.
Todo avanza muy deprisa y uno nunca sabe dónde, cómo ni cuándo va a estar presenciando un cambio como éste. No somos conscientes de muchos de los cambios que ocurren a nuestro alrededor, en parte porque nos hemos acostumbrado a que ocurran avances de este tipo casi a diario.
Del bullicio de la tienda de
Apple, en el centro de Londres, pasé a la tranquilidad más absoluta de Hyde Park. Cambio radical. De nuevo pensé en cómo cambia todo en función del espacio, del tiempo y, aunque suene retórico decirlo, cuántas vueltas da la vida.
Vueltas como el agua de la fuente en memoria a la princesa Diana. A su alrededor, con tecnología o sin ella, con avances o sin ellos, la tranquilidad lo inunda todo.

¿Cuándo se producirá el siguiente cambio? Y ¿dónde estaremos? Let's see!

jueves, 27 de mayo de 2010

'Saca a Jessica al Parke'

Noise is always loud,
there are sirens all around and the streets are mean
If I can make it here, I can make it anywhere,
that's what they say
Alicia Keys – Empire State Of Mind (Part II) Broken Down

Y precisamente eso es lo que han hecho hoy. Han sacado a Jessica al 'parke'. A Sarah Jessica Parker. Pero no sólo a ella. También a Kim Cattrall, a Kristin Davis y a Cynthia Nixon.
Las cuatro protagonistas de Sexo en Nueva York han venido hoy a Londres para la celebración de la premiere de Sex and The City 2.
Salí del trabajo y me fui directamente a Leicester Square para ver qué se cocía por allí. Por la temperatura que hacía bien puedo decir que lo que se cocía era la gente. Impresionante la cantidad de personas que habían decidido ir a ver al reparto de la película.
Gente corriendo, chillando, sacando fotos sin parar, pisando a otros para poder sacar esas fotos sin parar... un desastre.
Justo cuando llegué los gritos aumentaron de intensidad. Habían llegado las actrices. Allí estaban. Embutidas en sus vestidos imposibles y retocadas para la ocasión.
Lo más curioso de una premiere no es ver cómo llegan y cómo se desenvuelven los actores y actrices si no ver todo lo que se monta para 3 ó 4 horas de flashes incesantes y gritos infinitos.
Había de todo: jóvenes, ancianos, policía secreta que de vez en cuando sacaba a alguna persona de entre el bullicio para interrogarle (nunca se sabe donde puede haber un terrorista, o lo que estuviesen buscando). En el rato que estuve por allí vi cómo se llevaban a cuatro personas. Muy extraño todo. También estaban esas mozas inglesas que si ya de por si visten trágicamente mal hoy era el día para llorar al contemplar sus atuendos, sus vestimentas, sus... en fin, esos trapos que llevaban mal puestos. Pavor.
Una vez que las actrices principales habían hecho acto de presencia y habían firmado miles de autógrafos y se habían fotografiado con centenares de fans se dirigieron al escenario que habían preparado para realizar las entrevistas previas al inicio de la película. Estaba todo absolutamente cubierto y cerrado con vallas por lo que era prácticamente imposible ver nada de lo que allí dentro ocurría.
Esperé un rato más para ver qué pasaba y entonces comenzaron a llegar coches. Muchos coches. De ellos salía gente rara. Muy rara. Algunos conocidos y otros no tanto, al menos para mí. Había gente que chillaba independientemente de quien se bajara de uno de los tantos vehículos que llegaban. Las puertas de los relucientes coches se abrían cada poco tiempo. Kylie Minogue, Alexandra Burke, Emma Bunton (de las Spice Girls de toda la vida)... un no parar. Todo era un espectáculo absolutamente guionizado, al igual que la película que hoy se extrenaba, calculado al milímetro.
La gente se mataba por ocupar las primeras filas, por arrancar, literalmente, los carteles-anuncio e la película que habían sido cuidadosamente colocados por toda la plaza, por conseguir las firmas de unos y otros, tanto conocidos como desconocidos, por sacarse fotos hasta con los guardaespaldas, los policías de seguridad... un caos.
Cuando vi que la locura estaba llegando a un punto incontrolable decidí marcharme.
Me temo que a pesar del despliegue mediático y toda la puesta en escena que se ha preparado para la presentación de hoy, la cinta no va a ser un 'peliculón". Lo sé por experiencia.

martes, 25 de mayo de 2010

Underground Idol

Para leer este post de una forma más apropiada lo mejor es, en primer lugar, darle al play y escuchar la siguiente melodía a la vez que leen el texto.

Para aquellos que no dispongan de Spotify también pueden escuchar esta música pulsando aquí.

Ready? Set? Go!

Esta es la melodía que, desde hace aproximadamente cuatro meses, me acompaña en mi aventura por Londres. En un principio, entre las prisas y el descontrol inicial, no le prestaba mucha atención pero ahora puedo decir que ya forma parte de la banda sonora de mi estancia en esta ciudad.
Escuchar música por las calles de Londres es como ir a un cine y comer palomitas, es decir, algo casi habitual y normal. Pero lo mejor no está ahí, en las calles, si no debajo de ellas. Sí. Suena muy raro pero, personalmente, creo que es así.
El laberinto de calles que hay en el subsuelo de la capital es un lugar mágico donde la música es la protagonista. Independientemente de la prisa que lleves, de lo agobiado que estés por el trabajo o los asuntos personales o del tiempo que haga en la superficie, la música está siempre presente y se convierte, queramos o no, en la banda sonora de buena parte de nuestras horas.
Los músicos-artistas del Metro de Londres no son músicos cualquiera. Para poder optar a un puesto como busker, término utilizado por los ingleses para denominar a los músicos callejeros, hay que pasar toda una serie de duras pruebas. Muy duras. No vale cualquiera. Esto hace que cuando uno pasea por las avenidas del subsuelo londinense se de cuenta de que está rodeado de verdaderos artistas.
Deben superar pruebas en las que han de demostrar habilidad musical, ser originales o tener un buen repertorio. Sería algo asi como un OT en el metro pero con la distinción de que aquí se le da importancia a la calidad, por supuesto.
He escuchado a muchos artistas durante este tiempo. Muchos. Es lo que tiene pasar parte del día viajando en metro de unas estaciones a otras. Hay de todo. Todos artistas, eso sí, pero con muchas diferencias entre unos y otros.
De entre todos ellos destaca a quien yo llamo "
Underground Idol". No sólo es buen músico y cantante. Es, además, la típica persona que, sin conocerla de nada, sabes que te cae bien.
Fue el primero a quien le escuché tocar esa melodía. Cada vez que subía o bajaba del metro escuchaba aquellos acordes y aquella voz. Era él. Era esa canción. Y aún hoy lo sigue siendo. Le sigo escuchando casi a diario cuando viajo en metro.


Durante unos segundos, al escuchar esas notas, me olvido de la rutina, del estrés o de las prisas por llegar a tiempo a cualquier parte. Cierro los ojos y me limito a escuchar. Los abro y un cartel verde fosforito me da los buenos días.

Good Morning! Smile, life' short!
(¡Buenos días!¡Sonríe, la vida es corta!)


Así da gusto viajar en el metro para ir a trabajar. Además, la canción es, por otra parte, un resumen de muchas cosas que he vivido aquí. Después de un invierno malo (el que hemos pasado en Londres), que diría la canción de Fito, no hay una mala primavera si no todo lo contrario. Ha vuelto el buen tiempo, el sol, el calor. Ya me lo anunciaba la canción. Esa canción que pasaba en un principio desapercibida y que ahora ocupa, junto a "Underground Idol", una lugar importante dentro de esta experiencia.

Here comes the sun, here comes the sun,
and I say it's all right

Little darling, it's been a long cold lonely winter
Little darling, it feels like years since it's been here
Here comes the sun, here comes the sun
and I say it's all right

Little darling, the smiles returning to the faces
Little darling, it seems like years since it's been here
Here comes the sun, here comes the sun
and I say it's all right

Sun, sun, sun, here it comes...
Sun, sun, sun, here it comes...

Little darling, I feel that ice is slowly melting
Little darling, it seems like years since it's been clear
Here comes the sun, here comes the sun
and I say it's all right
It's all right

domingo, 23 de mayo de 2010

Moda y falsos estereotipos

Los estereotipos son verdades cansadas
- George Steiner - Filósofo francés

Si el calor y los síntomas de insolación me permiten mantener los ojos abiertos durante los próximos minutos escribiré este post.
Llevamos unos días de mucho calor. Me gusta que haga buen tiempo, claro que sí, pero ha habido un cambio tan drástico de un día para otro que nos ha pillado un poco desprevenidos.
Así es Londres, una ciudad llena de contrastes donde, de un momento a otro, uno puede ver cómo todo cambia de un extremo a otro.
Un claro ejemplo de todo esto ocurrió el pasado viernes.
Por la mañana asistí a un desfile de moda. El museo nos había invitado a Fashion in Motion, una de las actividades que se organizan en el Victoria and Albert Museum cada cierto tiempo. El diseñador británico Osman Yousefzada presentaba su última colección y, como nos encanta salir de la oficina para romper con la rutina, fuimos a verlo.

Mujeres lateralmente invisibles y pálidamente maquilladas paseaban de un lado a otro mostrando sus trapitos subidas a unos 'zapatos-andamio de obra faraónica' mientras por sus mentes pasaba aquello de "si me muevo más de lo que debo sufriré tantos esguinces como pelos tengo en mi cabeza". Sufrí por ellas, de verdad. No sabía si era mejor ofrecerles algo para comer o bajarlas de aquellos zapatos. Dolor.
El espectáculo en sí no estuvo mal. El glamour había llegado al museo y había que ir a verlo.
Llegó la tarde-noche. Momento de contraste. Del supuesto glamour matutino iba a pasar a los bajos fondos de esta ciudad. Me habían invitado a un concierto en Brixton.

De Brixton se dice que es uno de los peores barrios de Londres, de los más peligrosos, donde la violencia convive con la mendicidad y el crimen. Iba a cambiar los flashes de la pasarela por la oscuridad de la noche en Londres.
Iba con el miedo a que pudiese pasar cualquier cosa.
Cuando un estereotipo está tan asentado en una sociedad es muy difícil poder cambiarlo. Y eso me molesta porque nada es como parece.
Cuando llegué a ese barrio, el supuesto barrio peligroso, enseguida descubrí que no era ese lugar oscuro del que me habían hablado. De la estación de metro salí a una calle amplia, muy luminosa, donde la gente esperaba autobuses para marcharse a casa o para salir de marcha, donde otros muchos esperaban a sus amigos para dar una vuelta. Era un lugar agradable. Además hacía muy buen tiempo, cosa que ayuda siempre mucho. Tenía unos edificios bastante interesantes y unos parques en los que apetecía tumbarse para descansar o leer un buen libro en cualquier momento. Además no se notaba esa sensación de inseguridad o peligro que suelen causar las zonas supuestamente peligrosas. Nada. Me gustó.
Si que es cierto que había más policía que en otras zonas de Londres y que en el metro se le daba mucha importancia al tema de la seguridad con anuncios que en otras líneas no existían pero, por lo demás, era un barrio más.

Fui entonces al bar donde iba a tener lugar ese concierto y ahí fue cuando, poco a poco, esa sensación de seguridad fue desapareciendo. Quizá eran paranoias mias creadas por los estereotipos que mi mente tenía antes de conocer Brixton pero sí es cierto que, una vez alejado de la estación del metro, las calles eran cada vez más oscuras y coincidías con gente un poco mas 'rara', si se les puede llamar así. Pero sin más.
Tampoco era para tanto.
Al llegar al bar me sorprendió que me cachearan para entrar. A las chicas una mujer les revisaba el bolso y a los chicos nos cacheaban como si se les fuese la vida en ello.
Con escenas así es normal que la gente cree en sus mentes estereotipos erróneos aunque claro está que es mucho mejor prevenir que curar.
Entendí que si cacheaban a la gente para entrar en un bar eso era porque no era una zona segura al 100%. A pesar de todo ello me gustó.
El concierto fue todo un éxito y el bar donde tuvo lugar todo un descubrimiento.
También hubo momentos anecdóticos como cuando me confundieron con Cesc Fábregas (aún me sigo preguntando porqué) o cuando varias niñas de unos 5 ó 6 años entraron en el bar, una detrás de otra, como si de pequeñas adultas se tratase. Una de ellas, la líder, a la que seguía el resto del séquito, iba vestida de Blancanieves. Entraban y salían sin reparo y sin que nadie les dijese nada. Me pregunto si les revisaron el bolso (o lo que Blancanieves lleve de fiesta) al entrar en aquel bar.

Estuvo bien la experiencia. Me sirvió para darme cuenta de que nada es lo que parece hasta que una realidad se conoce personalmente. Igual voy otro día a Brixton y me encuentro otro ambiente totalmente diferente pero el viernes, al menos el viernes, me gustó lo que vi.
Ese estereotipo de lugar peligroso y poco seguro se desvaneció de mi mente. De hecho, el plan nocturno me gustó mucho más que la pasarela de por la mañana.

De las pasarelas tambien existe un estereotipo: glamour, belleza y refinamiento. Bobadas. Un aburrimiento comparado con la experiencia de viajar a uno de los barrios más oscuros de Londres (según ese maltido estereotipo).
Me quedo con mi renovada imagen de Brixton. Mucho mejor que cuerpos lateralmente invisibles, por muy glamouroso que pueda ser.

jueves, 20 de mayo de 2010

Imágenes, patos y helados de yogur

Ya no vale echarse atrás.
Vamos a ultimar el plan de escapismo.
Lo has prometido.

Love of Lesbian – Maniobras de escapismo

Hoy pude escapar. De la oficina y de su rutina.
La
Asociación Británica de Agencias y Bibliotecas Virtuales nos había invitado a su feria anual. Y allí que nos fuimos.
Como digo, pudimos escapar de la rutina porque parte de nuestra jornada laboral de hoy la íbamos a pasar entre estand y estand. Era algo completamente diferente a lo que hacemos día tras día así que era la excusa perfecta para
darnos el piro y alejarnos, por unas horas, de nuestras mesas, nuestros ordendores, nuestros papeles y de esos jefes/as que suele haber por las oficinas.

De hecho, fue ella, nuestra jefa, la que nos recomendó ir a esta feria. En un principio su explicación fue muy clara:


- Es mejor si vais el segundo día porque así os darán miles de regalos. La gente que trabaja en los stands se aburre mucho y se muere por regalar bolis, libretas y boberías de esas que se suelen dar en una feria.

Pensaba que igual lo interesante era encontrar algún buen contacto para un futuro, ¿quién sabe? Pero no. Importaban 'esas boberías que se suelen dar en las ferias'.
Aunque pueda sonar triste, en realidad a muchos es lo que realmente les motiva para ir a este tipo de eventos. De entre todo lo que regalan siempre hay algo que puede tener su utilidad. Eso es cierto.
Cuando llegamos al recinto donde se celebraba esta feria nos registramos y comenzamos a analizar todo lo que había allí dentro. Tampoco era mucho, la verdad. Unos cuantos puestos tristemente decorados y estéticamente poco llamativos.
Cuando uno va a un lugar como este espera ver algo parecido a un museo, o casi, con actuaciones, con mucha gente, con demostraciones en directo... pero aquí no. Nada de eso.
Vale que era casi la hora del cierre cuando llegamos pero visitantes había pocos, muy pocos. Y los que había parecían poco interesados en lo que allí estaba ocurriendo.

Toda esa negatividad nos s
alpicó del tal manera que caímos en la cuenta de que no íbamos a encontrar a ese buen contacto que nos pudiese ayudar en un futuro. ¿Qué hicimos? Pues lo que nos dijo nuestra jefa: coger todo lo que nos daban y lo que no nos daban. Todo lo que había por los puestos. Bolis, cuadernos, calendarios, postales, caramelos, rotuladores fluorescentes, bolsas, pegatinas, gafas de visión tridimensional, semillas de girasol, de trébol, de granada... Sí. Se nos fue de las manos pero es ponerse y a todo se le encuentra alguna utilidad posible.
El momento trágico de la tarde llegó cuando nos acercamos al stand de las aves. Por la mañana, antes de salir de la oficina, nuestra jefa nos hizo un encargo.


- Si pasáis por el estand de las aves, ¿podríais cogerme uno de esos patos de peluche que tienen por allí, por favor?


Cargados de bolsas llenas de todo lo que nos íbamos encontrando caminamos por los pasillos hasta que finalmente vimos ese puesto, el puesto de las aves. Era de una empresa que se dedicaba a hacer fotografías a las aves. Esos animales tan... tan... en fin, aves.

El mostrador principal estaba presidido por una gallina de plástico de tamaño considerable recubierta de plumas. Miles de bolsitas de huevos de chocolate descansaban junto a ésta. Todo un acierto de decoración, claro que sí. Detrás, en las paredes del stand, estaban los patos de peluche de los que nos hablaba nuestra jefa. Ella quería uno. Había que acercarse y cogerlo. Lo hice. Disimuladamente, mientras miraba las fotografías que tenían expuestas, cogí uno de esos patos, y una gallina, también de peluche (por supuesto). Entonces ocurrió lo peor.

- ¿Alguna vez en vuestra vida vais a comprar alguna de nuestras imágenes?
- Nos preguntó la desagradable dama que permanecía sentada junto a la gran gallina.

- ¡Quizá, quizá!
- Le respondí.

- ¡No lo creo!
- me dijo con una sonrisa desafiante. - Lo más que podéis llevaros de aquí son esos huevos que están en el mostrador. El pato y la gallina que tienes entre tus manos son para mis clientes, los que me compran imágenes, no para tí.

- Shit!
- pensé. Acababa de dejarnos en ridículo delante de la demás gente que estaba en ese mismo estand. Algunos de ellos, además, llevaban patos y gallinas entre sus manos.


Pero no acabó ahi todo. La señora gallina se abalanzó sobre mi compañera de trabajo cuando vio que ésta se alejaba del mostrador con un pato de peluche entre sus inocentes manos. Todos temimos por su vida.


- ¡Devuélveme ese pato ahora mismo! - gritó. - ¡Esto es sólo para mis clientes!


Clara, mi compañera de trabajo, antes de morir picoteada por la espantosa mujer gallina, soltó el peluche inmediatamente.

El mal sabor de boca de la feria había que quitárselo cuanto antes. Al menos habíamos llenado dos bolsas de tela con miles de objetos, o 'regalitos', que diría mi jefa.

El sol y el buen tiempo nos animó enseguida y nos hizo olvidar la desagradable escena con aquella horrible mujer.
Así llegamos hasta el centro de Londres donde pudimos disfrutar de uno de los mayores placeres de esta ciudad (cuando hace buen tiempo, eso sí): comer un helado bajo el sol.

Ya nos daba igual si en la feria lo habíamos pasado bien o mal, si todo lo que habíamos cogido serviría para algo o no, nos importaba muy poco no haber encontrado a ese contacto para nuestro futuro... Todo daba igual. Estábamos en la gloria con nuestro helado, disfrutando, por fín, del buen tiempo (a ver lo que dura).

Si hay que faltar más horas al trabajo para ir a ferias de este tipo y encontrarse con señoras gallina de tal calibre para acabar la tarde de esta forma tan agradable, firmo donde haga falta. Ahora mismo.

martes, 18 de mayo de 2010

Visitar Londres en tres días y no morir en el intento

Aeropouertos, unos vienen otros se van
igual que Alicias en ciudad.
Dejarse llevar suena demasido bien.
Jugar al azar,
nunca saber donde puedes terminar
o empezar
Vetusta Morla – Copenhague

Moni ha venido a visitarme. Londres la acogió el pasado jueves con los brazos abiertos, al igual que yo. Siempre es agradable estar fuera porque los que están allí, sea donde sea, vienen a verte.
Por delante tenía, teníamos, tres días de visitas incesantes y toda una ciudad llena de posibilidades antes nosotros. Moni quería verlo todo. Yo quería que Moni lo viese todo. Y sí, efectivamente, lo vimos todo. Todo, todo y todo. Absolutamente todo. Creo que nuestros pies saben de lo que hablo ahora mismo.

Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar
- Antonio Machado -

Cuando lean todo lo que hicimos en esos tres días, y que a continuación relataré, puede que comiencen a percibir un dolor letal en la planta de sus pies que sólo será aliviado al darse cuenta de todo lo absolutamente maravilloso que Londres ofrece a todo el que viene.

Please mind the gap between the train and the platform

Día 1
Desayuno en casa. Moni se niega a desayunar. Segundo intento para que Moni desayune. Moni se niega a desayunar.
Nos vamos directos a la zona económica:
The City nos esperaba. Allí los rascacielos más modernos y futuristas se funden con los edificios más antiguos y llenos de historia. Tiendas caras, dinero, bancos, Norman Foster y su arquitectura vanguardista... y elefantes decorativos.
Directos a The Monument. Columna de tan sólo 311 escalones. Giros y más giros y la meta cada vez más lejos. Inhumano subir eso a pie. Eso sí, las vistas desde lo alto merecen el esfuerzo. Fotos. Bajada (de nuevo 311 escalones uno a uno). Diploma acreditativo del esfuerzo.
Paseo por el río hasta la Torre de Londres. Sol. Calor. Mucho calor. Fuera abrigos. Gente, gente y más gente. Desde allí, fotos al puente de la torre de Londres (no confundir con el puente de Londres, que también lo vimos, cómo no).
Otro paseo hasta el puente. Visita al museo y pasarelas del puente. Seguimos la línea azul (Moni no quería desviarse ni un milímetro) para visitar la última parte del museo del puente de la torre. Cruzamos el río para citarnos de nuevo con Foster y sus edificios. Moni se emociona con tanta arquitectura junta. Entramos en todos los sitios posibles e incluso en algunos imposibles. Paramos para comer. Bocadillo de embutido español... relax.

Arrancamos motores para llegar al puente de Londres (ahora sí, el puente real). Lo cruzamos. Fotos. Vuelta hacia atrás para llegar a
Southwark Cathedral. Visita al interior. Visita al exterior. Gente comiendo y ensuciando todos y cada unos de los pequeños jardines de la catedral. Nos vamos. Shakespeare nos esperaba. Visita al Globe Theatre, al lado de la galería Tate Modern. Visita a la galería. Modernos, arte, obras, más modernos, bohemios...

Salimos del museo directos a
St. Paul's Cathedral. Para llegar allí, cruzamos el Millenium Bridge, por supuesto. Visita a la catedral y de nuevo al metro. Próximo destino: Candem.

Mercadillo, puestos, ropa, gente, turistas, más gente, comida, gente, gente, gente... Visita obligada a
Cyberdog. Moni no es capaz de asimilar tanto contraste en un mismo barrio. Cyberdog supera lo imaginable.
De Candem de nuevo al metro para llegar a otra estación. Esta vez, una estación no de metro si no de tren. King's Cross Station. Andén nueve y tres cuartos. Fotos. Niños emulando a Harry Potter. Atravesamos el andén y por arte de magia aparecemos en Piccadilly Circus. Luz y color. Última parada del día.

This train is now ready to depart

Día 2
Desayuno en casa. Moni sigue sin hacer caso.
Metro hacia Baker Street: Sherlock Holmes y, por supuesto, Madamme Tussauds. Cola infernal e interminable. Caradura que intenta colarse. Fran y Moni unen fuerzas para que el 'supuesto carterista' fracase y lo logran. Conseguimos entrar al museo de cera. Fuera dolores y cansancio.

Actores, actrices, cantantes, deportistas, pintores, reyes, reinas, príncipes y princesas, escritores, presidentes... y visita al pasaje del terror. Fran ríe, Moni (casi) llora. 135 fotos. Salida al exterior. Vuelven los dolores, el cansancio pero no se puede parar. Próximo destino: Portobello y Notting Hill.
Mercadillo, tiendas, ropa, moda vintage, objetos retro, rebajas, comida, olor a comida... hambre.
Directos a St. Paul's Cathedral para hacer, de nuevo, picnic español, con productos españoles. Relax amenizado por un niño-experto-estrella del diábolo.
Visita al interior de la catedral. El cansancio nos obliga a sentarnos en los bancos justo cuando, sin esperarlo, comenzaba una misa. Cánticos, coros, sacerdotes y gente, mucha gente.

De la catedral a uno de los símbolos de Londres, del mundo. El Big Ben. De allí, vamos a la Catedral de Westminster. Torre cerrada, no se puede subir. Vuelta al Big Ben pero antes: Westminster Abbey. Fotos. Cabinas rojas. Taxis. Autobuses. Casas del Parlamento, Río Támesis, London Eye. Atardecer. Fotos y más fotos.
El sol se va poco a poco. Nosotros también, pero hacia Downing Street. Número 10. Seguridad, rejas, policía. De allí a Trafalgar Square, National Gallery, Covent Garden. Pies doloridos. Reposo momentáneo y... Oxford Street, Regent Street, Piccadilly Circus, Soho, Chinatown... Dolor. Directos a casa.

Stand clear of the doors, please

Día 3
Fran desiste en su intento para que Moni desayune.
Directos a
Green Park y St. James' Park. Toca visitar Buckingham Palace. Cambio de guardia. Policía. Rojo. Música. Gente y más gente.
Del superpalacio al supermuseo: British Museum. Pero antes, Marble Arch y Speakers Corner en Hyde Park. Y, por si fuera poco con un museo: National History Museum, Science Museum y Victoria and Albert Museum.
Dentro del V&A Moni se enamora de la galería de arquitectura, de la sala de réplicas donde está el David de Miguel Ángel, El Pórico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela y, entre otras obras, columnas trajanas de tamaño descomunal. Moni se quiere quedar a vivir en el Victoria and Albert Museum.
De allí, a pesar de la lluvia y el dolor de extremidades (todas), visita obligada al
Royal Albert Music Hall. Y de allí a Harrods. Ostentosidad. Recargamiento. Precios desorbitados. Moni alucina con todo ello. Nos perdemos entre los sofás y las televisiones de plasma de tres dimensiones. Comienzan a cerrar Harrods y Moni y Fran no encuentran la salida. Soledad. Miedo. Salida (por fin).
En ese mismo momento decidimos parar porque la otra opción que nos quedaba era morir y no nos apetecía mucho en ese momento, aunque nuestros pies sólo desearan ese final.

El bus National Express A6 con destino a Stansted Airport
va a efectuar su salida en breves momentos

Moni se va al aeropuerto. La nube de cenizas volcánicas amenaza con cancelar vuelos y cerrar aeropuertos. Confiamos en que nada de esto ocurra. Moni duerme en el aeropuerto, o lo intenta. De madrugada, el temido mensaje: 'vuelo cancelado'.

Los aviones no pueden volar,
pero ellos no lo saben, no lo saben.

Se balancean en la aurora boreal
o
se deslizan encima de las nubes.

Amaral – Los Aviones No Pueden Volar

Moni se desespera y tiene que volver a Londres. Un día más en esta ciudad. No eran tres días si no cuatro. Londres decidió relagarle un día más a Moni. Ella, entre el sueño y el cansancio, lo agradeció igualmente. Disfrutar de esta ciudad un poco más es algo que no hay que dejar escapar.
Pero esa misma noche había que volver. Primero a la estación, luego al aeropuerto. Moni duerme en el aeropuerto, por segundo día consecutivo. La nube de cenizas vuelve a despertar la preocupación y el miedo. Sin embargo el vuelo sale a su hora. Moni regresa a casa.


Lo siento. Visitar Londres en tres días cansa y sé que ahora muchos, al leer todo esto, también lo estáis. Por eso, os dejo descansar. Espero que Moni también lo haga para que pueda asimilar tranquilamente el viaje tan inolvidable que acaba de hacer.

miércoles, 12 de mayo de 2010

F de Fulham ... y de Forlán

La victoria tiene un centenar de padres, pero la derrota es huérfana
- John Fitzgeral Kennedy -

Hoy seré breve. Breve como lo ha sido la alegría de muchos londinenses cuando han visto cómo su equipo, el Fulham, perdía ante el Atlético de Madrid.
Era un partido un poco raro: un equipo español que hacía casi medio siglo que no ganaba un título europeo y, por otra parte, un equipo inglés calificado como segundón por estas tierras, cuyo 'dueño' es el 'ex-dueño' de Harrods y que muy pocas veces había jugado una final.

Más que decidirse el título en sí, este partido de hoy simbolizaba la catapulta para cualquiera de los dos equipos. Aquel que perdiese seguiría siendo ese equipo que no ganó la final de la Europa League. Y, para disgusto de los seguidores del Fulham, así ha sido.
Si este equipo ya se caracterizaba por pasar prácticamente desapercibido, ya no sólo en esta ciudad si no en todo el Reino Unido, ahora no quiero ni pensar qué va a ser de él. No se hablará de él como el equipo finalista si no que será, y lo seguirá siendo hasta que vuelva a tener otra oportunidad como ésta, el equipo perdedor.

Hoy, al salir del trabajo fui, junto a mi compañeros del museo, en busca de una galería de arte en Candem. Después de mucho caminar (-mucho, muchísimo-) llegamos a nuestro destino.

Viaje en bus para llegar a la galería: horas.
Visita a la galería: minutos (escasos).
Al salir de allí tocaba fútbol. Y a un típico pub inglés que nos fuimos.
Moqueta. Mesas de billar. Ingleses en las moquetas y en las mesas de billar. Televisiones y si, fútbol.

Con nuestra pinta y nuestro platito de patatas en la mano comenzamos a disfrutar de los primeros minutos de la final. Aquí habría que destacar el gesto de enfado y la mirada aniquiladora que nos dedicó el cocinero del bar que, obligado por nosotros, deseosos de patatas fritas, tuvo que olvidarse del partido durante unos minutos para desaparecer tras la puerta de la grasienta cocina inglesa.

Pintas. Patatas. Salsas para mojar patatas. Fútbol.
Todo transcurría normal hasta que el equipo español marcó su primer gol, el primer gol del partido. Yo no sabía si alegrarme, si callarme, si decir algo o no. Observé durante varios segundos el panorama y el silencio inundaba la estancia. Decidí alegrarme por dentro y lo único que hice fue toser un par de veces. Varios ingleses me miraron. No supe interpretar muy bien aquellas miradas pero, por si acaso, paré de toser. Acababa de llegar a ese bar y no me gustaba la idea de poder morir a manos de varios hooligans
.
A los pocos minutos fue su equipo el que marcó. De todo menos silencio. Entonces ni tosí ni levanté la cabeza. Me limité a beber, por lo que pudiese pasar.

Antes de que el partido acabase nos marchamos (de nuevo, por lo que pudiese pasar) y me volví a casa. Vivo en el distrito Hammersmith & Fulham Council. Quizá hoy no fuese el mejor lugar para vivir. Me armé de valor y, al salir del metro, atravesé la avenida principal sorteando a los ingleses que, desde la calle, seguían los últimos minutos del partido en las pantallas del interior de los bares mientras fumaban y bebían como ingleses, por supuesto.

Empate a uno.
Aún me daba tiempo para llegar a casa y sentirme a salvo antes de que el partido finalizase. Si su equipo perdía podría correr el peligro de ser utilizado como saco de boxeo en el que descargar su ira.
Cuando llegué a casa lo primero que hice fue conectarme, a través de Internet, a la radio española. El Atlético de Madrid había marcado el gol definitivo.
Final del partido. Victoria para el equipo español.
Me sentí aliviado al escuchar varios gritos desde mi ventana.
El Fulham había dejado escapar su oportunidad, la oportunidad para dejar de ser un equipo más de Londres y convertirse en 'el equipo' de Londres, aunque sólo fuese durante unas horas o unos días. No pudo ser.
De todas formas, disfrutar de una final así en Londres, viviendo en el mismo barrio del que es uno de los equipos, es siempre mucho más emocionante. Aunque, claro está, la emoción que sentimos unos no es, para nada, comparable a la que están sintiendo otros en este mismo momento, en esta misma ciudad y en este mismo barrio.

lunes, 10 de mayo de 2010

BBC News, Sky News y Boris Izaguirre

How do I know? I read it in the Daily News
Daily News, daily blues
Pick up a copy any time you choose
Seven little pennies in the newsboy's hand
and you ride right along to never, never land

El pasado día 6 de mayo, día de elecciones en el Reino Unido, volví a casa un poco desorientado y bastante desilusionado. Sabía que era un día importante en este país y, por tanto, esperaba que la prensa estuviese por todas partes cubriendo cada rincón de la ciudad y recogiendo datos aquí y allá sobre lo que estaba pasando mientras los ingleses elegían a quien iba a ser su representante político. La culpa fue mía. No busqué donde debía. Ahora sé que están 'ahí', haya o no elecciones.
Investigando un poco descubrí que en Londres existe un lugar, el lugar, donde los periodistas pasan prácticamente 24 horas, 'por lo que pueda surgir'. -¡Qué típico!-.
En un pequeño parque junto a las casas del Parlamento (
The Houses of Parliament) los pe
riodistas han instalado su pequeño gran mundo. Unos leen, otros graban, esperan la señal de sus compañeros desde plató, otros se preparan para hacer un directo repasando rápidamente sus apuntes de letra ilegible, prueban sus micrófonos o escriben sus crónicas de última hora, muchos otros corren de un lado para otro para que todo esté preparado, listo, ya... Frénetico.
Me quedé durante unos minutos viendo cómo entrevistaban a varios políticos a las puertas del Parlamento. Llegó la publicidad. Retoque de brillos, pruebas de sonido, datos de última hora, repaso de la documentación...

Mi disgusto por no haber visto ni un sólo periodista el día de las elecciones se desvaneció al descubrir aquel lugar. Ahora ya sabía dónde podía citarme con la actualidad de esta ciudad.
Pero mi sorpresa no acabó ahí. Estos días la actualidad política manda y cualquier político, por muy mediocre que pueda ser y por poca relevancia que pueda tener, puede dar datos interesantes. Caminando hacia Trafalgar Square me sorprendió una marabunta de periodistas que seguían a un político hasta la sede de su partido. Carreras, flashes, micrófonos prácticamente volando, policías controlando ya no sólo el tráfico si no la seguridad del personaje... Actualidad en estado puro. Pero fue en Downing Street donde más periodistas había. Allí aguardaba la prensa a que William Hague, ex líder del Partido Conservador y actualmente miembro del Gabinete en la Sombra del Reino Unido (-tenía que decirlo, el Gabinete en la sombra es un término que siempre me ha encantado-), saliese a hacer declaraciones. De nuevo me sentía como en casa. Micrófonos, cámaras, cuadernos, bolígrafos, pruebas de sonido, auriculares, pinganillos, periódicos, cables y más cables, focos, antorchas, cajas, cintas de vídeo...
Efectivamente uno nunca sabe qué se va a encontrar, ni cuándo lo va a hacer, ni tan siquiera dónde lo va a hacer. Las casualidades son lo bonito de esta vida. Hoy, sin ir más lejos, al salir del trabajo, nos hemos encontrado con Boris Izaguirre que salía de 'nuestro' museo de visitar, precisamente, la exposición sobre Grace Kelly. Casualidades de la vida.
-¡Qué guapos!-, dijo mientras se quitaba su guante de piel de la mano derecha para saludarnos amablemente. Pues eso, que de casualidades está el mundo lleno. Al menos ahora ya sé que no tendré que esperar una casualidad para encontrarme con los periodistas, con la actualidad de Londres.

domingo, 9 de mayo de 2010

Qatar y sus compras low cost

Todo para todo el mundo en todas partes
- Lema de Harrods -

La actualidad de Londres se centra, desde hace unos días, en la política. Aún estamos a la espera de saber qué pasará tras las elecciones del pasado jueves día 6 de mayo. Los consevadores obtuvieron la mayoría pero no absoluta por lo que ahora llega el turno de los pactos y las alianzas para poder llegar a formar gobierno. Dicen por aquí que esta situación es algo incómoda y que genera bastante incertidumbre y cierto descontrol. Y efectivamente es así ya que incluso Isa, la reina, decidió que no recibiría a nadie a primera hora de la mañana tras un día de elecciones como manda la costumbre.

De todas formas, en medio de la vorágine de los últimos días causada por la política de este país, los medios de comunicación relatan otros acontecimientos. Quizá uno de los que más ha sorprendido últimamente haya sido la venta de uno de los símbolos más representativos de esta ciudad: Harrods.
Mohammed Al Fayet, ese 'pobre' señor que un día comenzó una campaña para demostrar que la muerte de su hijo y su novia, la princesa Diana de Gales, no fue más que una conspiración (-suena a película pero todos conocemos el guión de esta historia real-), ha decidido vender estos grandes almacenes para 'jubilarse y pasar más tiempo con sus hijos y nietos'.
Es un hombre que siempre ha generado muchísima controversia en el Reino Unido. A pesar de llevar aquí gran parte de su vida, siempre se le ha negado el pasaporte británico. Por todo ello, esta venta puede ser, para muchos, una forma de quitárselo de encima.
Una empresa de Qatar ha pagado alrededor de dos mil millones de euros para hacerse con Harrods. Vamos, una ganga. Porque no llevaba yo suelto en ese momento que si no... ¿qué son dos mil millones de euros? Si vives en un país donde el petróleo y el gas circulan bajos tus pies y además tienes potestad para usarlos, puedes comprar Harrods y el mundo si te pones bruto.
Mi curiosidad me obligó esta tarde a visitar Harrods, por aquello de ver cómo se verían las cosas tras el cambio. Nada. Todo sigue igual. Está claro que, por mucho cambio que se produzca en los altos mandos, Harrods seguirá siendo lo que es.
Entrar en Harrods es como entrar en otra dimensión. Tiene sus propias reglas y sus trabajadores saben cómo actuar en cada momento. Es como si todo estuviese previamente preparado. Todo está guionizado, como en una película. Nada se deja a la improvisación.

- Oh! Nice earings!

'Bonitos pendientes' sonaba diciendo una de las jóvenes dependientas a una 'pobre' mujer que miraba atentamente los bolsos de precios desorbitados. Era su papel. Me fijé en los supuestos pendientes bonitos y debo decir que, sinceramete, no lo eran. De hecho creo que eran unos de los pendientes más horribles que había visto en mi vida pero la dependienta era fiel a su papel y sabía cómo seducir a sus clientas.
Así es Harrods. Un lugar de todo menos sencillo, recargado, ostentoso, donde puedes encontrar cojines de Fendi por sólo 800 euros (cada uno), cuadros de Paul Kenton por unos 5000 euros, comida de todas las partes del mundo, ropa, objetos decorativos (unos lujosos y otros aún más)... de todo. Todo ello acompañado, claro está, de un servicio que, independientemente de lo que hagas allí dentro, siempre te mirarán y te sonreirán. Está incluido en su sueldo, no les queda otra. Ya puedes estár mofándote de ellos o escupiéndoles a la cara que ellos, amablemente, se limiratán a sonreir.
Todo seguía igual cuando entré allí esta tarde. Al Fayet, según ha dicho la prensa, puso como condición para la venta de Harrods que se continuase con la tradición y el legado que él mismo había construido. Y, muy a mi pesar, van a cambiar pocas cosas. La gente que visite el lujoso almacén seguirá viendo esa decoración recargada, rococó, barroca..., seguirá entrando en los baños en los que cada dos segundos se limpia el suelo, seguirá subiendo y bajando las escaleras mecánicas mientras los ojos de las esfinges egipcias, figura clave en la decoración, vigilan cada uno de sus movimientos. Los visitantes también fotografiarán las innumerables muestras de cariño y devoción que Al Fayet ideó para su hijo y Ladi Di.
Es el momento de reconocer que la pequeña fuente-memorial dedicada a Dodi Al Fayet y Lady Di que hay en la planta baja me produce escalofríos de lo espantosa que es. La gente lanza monedas, como si se pudiesen pedir deseos allí. Podrían haber hecho algo más glamuroso pero la ostentosidad es lo que tiene.
Cansado de ver precios desorbitados me dirigí a la parte central del edificio. Allí donde la decoración hace que pienses que estás dentro de una tumba faraónica. Sonó entonces una voz muy dulce que me hizo parar. No sabía de dónde salía esa voz pero me gustaba. Me subí en las escaleras mecánicas y cuanto más subía más se escuchaba aquella voz. Miré hacia mi derecha y en uno de los balcones donde normalmente se exponen vestidos de alta costura había una mujer cantando ópera. Llegúe a la primera planta y me quedé escuchándola durante un rato.

http://www.youtube.com/watch?v=h5Rx7EfyF_s
Time to say goodbye,
paesi che no ho mai veduto e vissuto con te
adesso si li vivro'
Con te partiro' su navi per mari che io non so

no no non esistono piu', it's time to say goodbye

Entonces recordé que hoy era el día de la ópera. Y el día de Europa. En muchas ciudades hoy la ópera salía a la calle y Harrods había decidido aportar su granito de arena en este día.
A parte de todo aquello que ofrece Harrods normalmente, hoy ofrecía algo más, algo diferente. Sin duda, fue lo que más me gustó de mi visita tras conocer la noticia de su venta.
Espero que la próxima vez que entre haya voces como ésta que hagan que, sin ser el día de la ópera, la visita a Harrods me guste como ha ocurrido hoy.