domingo, 9 de mayo de 2010

Qatar y sus compras low cost

Todo para todo el mundo en todas partes
- Lema de Harrods -

La actualidad de Londres se centra, desde hace unos días, en la política. Aún estamos a la espera de saber qué pasará tras las elecciones del pasado jueves día 6 de mayo. Los consevadores obtuvieron la mayoría pero no absoluta por lo que ahora llega el turno de los pactos y las alianzas para poder llegar a formar gobierno. Dicen por aquí que esta situación es algo incómoda y que genera bastante incertidumbre y cierto descontrol. Y efectivamente es así ya que incluso Isa, la reina, decidió que no recibiría a nadie a primera hora de la mañana tras un día de elecciones como manda la costumbre.

De todas formas, en medio de la vorágine de los últimos días causada por la política de este país, los medios de comunicación relatan otros acontecimientos. Quizá uno de los que más ha sorprendido últimamente haya sido la venta de uno de los símbolos más representativos de esta ciudad: Harrods.
Mohammed Al Fayet, ese 'pobre' señor que un día comenzó una campaña para demostrar que la muerte de su hijo y su novia, la princesa Diana de Gales, no fue más que una conspiración (-suena a película pero todos conocemos el guión de esta historia real-), ha decidido vender estos grandes almacenes para 'jubilarse y pasar más tiempo con sus hijos y nietos'.
Es un hombre que siempre ha generado muchísima controversia en el Reino Unido. A pesar de llevar aquí gran parte de su vida, siempre se le ha negado el pasaporte británico. Por todo ello, esta venta puede ser, para muchos, una forma de quitárselo de encima.
Una empresa de Qatar ha pagado alrededor de dos mil millones de euros para hacerse con Harrods. Vamos, una ganga. Porque no llevaba yo suelto en ese momento que si no... ¿qué son dos mil millones de euros? Si vives en un país donde el petróleo y el gas circulan bajos tus pies y además tienes potestad para usarlos, puedes comprar Harrods y el mundo si te pones bruto.
Mi curiosidad me obligó esta tarde a visitar Harrods, por aquello de ver cómo se verían las cosas tras el cambio. Nada. Todo sigue igual. Está claro que, por mucho cambio que se produzca en los altos mandos, Harrods seguirá siendo lo que es.
Entrar en Harrods es como entrar en otra dimensión. Tiene sus propias reglas y sus trabajadores saben cómo actuar en cada momento. Es como si todo estuviese previamente preparado. Todo está guionizado, como en una película. Nada se deja a la improvisación.

- Oh! Nice earings!

'Bonitos pendientes' sonaba diciendo una de las jóvenes dependientas a una 'pobre' mujer que miraba atentamente los bolsos de precios desorbitados. Era su papel. Me fijé en los supuestos pendientes bonitos y debo decir que, sinceramete, no lo eran. De hecho creo que eran unos de los pendientes más horribles que había visto en mi vida pero la dependienta era fiel a su papel y sabía cómo seducir a sus clientas.
Así es Harrods. Un lugar de todo menos sencillo, recargado, ostentoso, donde puedes encontrar cojines de Fendi por sólo 800 euros (cada uno), cuadros de Paul Kenton por unos 5000 euros, comida de todas las partes del mundo, ropa, objetos decorativos (unos lujosos y otros aún más)... de todo. Todo ello acompañado, claro está, de un servicio que, independientemente de lo que hagas allí dentro, siempre te mirarán y te sonreirán. Está incluido en su sueldo, no les queda otra. Ya puedes estár mofándote de ellos o escupiéndoles a la cara que ellos, amablemente, se limiratán a sonreir.
Todo seguía igual cuando entré allí esta tarde. Al Fayet, según ha dicho la prensa, puso como condición para la venta de Harrods que se continuase con la tradición y el legado que él mismo había construido. Y, muy a mi pesar, van a cambiar pocas cosas. La gente que visite el lujoso almacén seguirá viendo esa decoración recargada, rococó, barroca..., seguirá entrando en los baños en los que cada dos segundos se limpia el suelo, seguirá subiendo y bajando las escaleras mecánicas mientras los ojos de las esfinges egipcias, figura clave en la decoración, vigilan cada uno de sus movimientos. Los visitantes también fotografiarán las innumerables muestras de cariño y devoción que Al Fayet ideó para su hijo y Ladi Di.
Es el momento de reconocer que la pequeña fuente-memorial dedicada a Dodi Al Fayet y Lady Di que hay en la planta baja me produce escalofríos de lo espantosa que es. La gente lanza monedas, como si se pudiesen pedir deseos allí. Podrían haber hecho algo más glamuroso pero la ostentosidad es lo que tiene.
Cansado de ver precios desorbitados me dirigí a la parte central del edificio. Allí donde la decoración hace que pienses que estás dentro de una tumba faraónica. Sonó entonces una voz muy dulce que me hizo parar. No sabía de dónde salía esa voz pero me gustaba. Me subí en las escaleras mecánicas y cuanto más subía más se escuchaba aquella voz. Miré hacia mi derecha y en uno de los balcones donde normalmente se exponen vestidos de alta costura había una mujer cantando ópera. Llegúe a la primera planta y me quedé escuchándola durante un rato.

http://www.youtube.com/watch?v=h5Rx7EfyF_s
Time to say goodbye,
paesi che no ho mai veduto e vissuto con te
adesso si li vivro'
Con te partiro' su navi per mari che io non so

no no non esistono piu', it's time to say goodbye

Entonces recordé que hoy era el día de la ópera. Y el día de Europa. En muchas ciudades hoy la ópera salía a la calle y Harrods había decidido aportar su granito de arena en este día.
A parte de todo aquello que ofrece Harrods normalmente, hoy ofrecía algo más, algo diferente. Sin duda, fue lo que más me gustó de mi visita tras conocer la noticia de su venta.
Espero que la próxima vez que entre haya voces como ésta que hagan que, sin ser el día de la ópera, la visita a Harrods me guste como ha ocurrido hoy.

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